Mujeres en la construcción y arquitectura ecuatoriana
En los últimos años, la participación de la mujer dentro de la arquitectura ha incrementado en Ecuador y el resto del mundo. Su presencia la ha llevado a desempeñar papeles importantes en diferentes constructoras, estudios de arquitectura y diseño en el país.
Si bien, dicho aporte ha sido activo, este sigue teniendo un porcentaje bajo hasta el punto de invisibilizar su rol. Debido a prejuicios y estereotipos sociales, las mujeres se han visto obligadas a buscar su trascendencia ante un mercado laboral, liderado por el género opuesto, pues la mayoría de las decisiones en la industria mantienen estándares de profesionales masculinos, quienes, a pesar de la tendencia hacia la paridad, constituyen a la mayoría de los grupos. Por esta razón los obstáculos aún siguen presentes para reconocer a las mujeres y sus contribuciones arquitectónicas.
La figura femenina en la arquitectura ecuatoriana se ha ido posicionando en la actualidad con más fuerza. Sus inicios se remontan a 1930, cuando Otilda Plaza se convirtió en la primera mujer en ingresar a la carrera en la Universidad de Guayaquil, pese a que no culminó la carrera, su acción es reconocida históricamente. Este hecho abrió el camino para que los años condujeran a las féminas a un mayor desempeño en la profesión y docencia. No obstante, su acceso e incorporación a la educación se lo puede considerar temprano, ya que debieron de pasar casi cinco décadas para que la arquitectura contara con la primera mujer en obtener un título.
Así como Otilda, numerosas mujeres se atrevieron a romper los tabúes de la época para iniciar una nueva etapa en la construcción. Entre los nombres más destacados se encuentra Ethel Arias, primera mujer en ejercer la arquitectura en Ecuador, Mélida Estrada, primera docente en la Universidad Central del Ecuador, Ángeles Martin, primera docente en la universidad de Guayaquil, Betty Fishman, primera mujer jurado en la Bienal de Arquitectura de Quito, Lucia Vásconez, primera mujer en ocupar un cargo directivo como vicepresidenta en el Colegio de Arquitectos del Ecuador, Rosa Rada, primera decana de la Facultad de Arquitectura en el país, Grecia Cando, primera mujer en ocupar la Presidencia del Colegio de Arquitectos del Guayas, y María Samaniego, primera mujer en ocupar la Presidencia del Colegio de Arquitectos de Pichincha.
La presencia de las mujeres en la carrera dependió netamente de una índole sociocultural. La Arquitectura, siempre fue vista como una profesión tecnológica, carecía de figuras femeninas, asimismo, al ser siempre designadas a roles domésticos, su participación en la docencia universitaria era nula. Dichas barreras fueron atravesadas por Guadalupe Ibarra, quien en 1970 se convirtió en la primera mujer ecuatoriana en ser titulada en esta profesión, además que, inmediato a su graduación, se incorporó al profesorado en la Universidad de Cuenca durante ocho años. Durante su carrera planificó alrededor de 220 viviendas, con varios proyectos encargados por entidades públicas. No existen registros de sus obras, a pesar de ello, su amplia experiencia en la construcción, evidenciada en entrevistas, demuestran lo merecedora que fue a la mención especial de la Cámara de Construcción de Cuenca.
Como ya se mencionó Ethel Arias, de nacionalidad uruguaya, fue la primera fémina en ejercer la carrera en el país. Una mujer que atravesó variedad de complejidades en un medio conservador y masculinizado, para destacar con su proyecto más relevante: la Reconstrucción del Palacio de Gobierno (edificio que forma parte del discurso de la modernidad de Quito), siendo la única arquitecta en el equipo, Ethel Arias se interiorizó cuidadosamente en el estudio colonial durante dos años. A pesar de no tener origen ecuatoriano, su participación fue fundamental para la formación de futuras arquitectas del país, pues con su título se demostró la importancia que poseen las universidades y centros educativos en temas relacionados con el género.
Las arquitectas ecuatorianas actuales toman igual de importancia que las pioneras expuestas. Es cierto que en los medios son pocos los nombres que circulan de figuras femeninas, sin embargo, no se debe de olvidar su presencia profesional. Un gran ejemplo de la actualidad es la Arquitecta María Agusta Hermida, socia y fundadora de una firma de arquitectos, ganadora de numerosos premios, autora de publicaciones y proyectos de investigación, en donde brinda su visión de la arquitectura moderna de Ecuador. Por otra parte, demostrando lo flexible en las capacidades de una arquitecta, fue posicionada como rectora de la Universidad de Cuenca, siendo la primera mujer en obtener el cargo.
Cada año más mujeres se incorporan a la carrera de arquitectura, sin dejar de un lado que en la profesión existe una alta desigualdad de género, se debe trabajar en evidenciar su participación. Como lo afirma del decano de la Facultad de Arquitectura e Ingeniería Civil de la Universidad SEK, “el rol profesional de la mujer en esta carrera trae consigo beneficios para el diseño de las ciudades”. Se debe de apartar a este género con el ámbito doméstico, dejando de ver a su ocupación desde una perspectiva “romántica”. De esta manera, su trabajo ya no será designado con una etiqueta a lo decorativo o delicado, sino más bien se reconocerá su comprensión en el espacio constructivo. Se debe asimilar que la Arquitectura ha dejado de ser una carrera masculina, con sus incursiones esta ha evolucionado hacia la formación de profesionales, para que un futuro solo se valide la proyección de ideas y no el género de sus participantes.
En BENTHO Constructora contamos con el gran aporte de varias mujeres arquitectas que contribuyen en cada uno de los diseños de nuestros proyectos en la ciudad de Quito. Desde los primeros bocetos, hasta su construcción, el apoyo de nuestras arquitectas es único y permite que nuestras construcciones se conviertan en un espacio ideal para vivir para nuestros clientes.
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